La Sagrada Familia Diciembre 29, 2024

En el Evangelio de hoy escuchamos a Jesús decir a María y a José que Su lugar está en “casa de su Padre”, aún cuando él continua obedeciéndolos a ellos como sus padres. San Francisco de Sales observa:

Dios nos acerca a él por medio de atracciones especiales. Si la atracción viene de Dios, los conducirá por la senda de la “obediencia amorosa”. La obediencia amorosa hace que asumamos un mandato con amor, sin importar cuán difícil sea, en cumplimiento con la voluntad de Dios. Entonces deseamos que Dios se haga cargo de nuestros afectos y nuestras acciones, y que los moldee. Ciertamente el seguir por esta senda los llevará a cosechar bendiciones.

En las escrituras Jesús frecuentemente nos dice que El no vino a la tierra a hacer su voluntad, sino a cumplir con la voluntad del Padre. Durante su vida como mortal Jesús obedeció a sus padres y a otros con amor. Nuestro Salvador ahora nos pide que imitemos esa misma obediencia amorosa que El demostró, no sólo para con la voluntad Divina, sino también hacia sus padres en la tierra.  José y María recibieron una gran dicha por que lo ayudaron, y porque pudieron permanecer constantemente en presencia Suya.

¿Qué es lo que hace que nuestro estado de ánimo cambie y que no sea constante a la hora de servir y amar a Dios? Es la diversidad de nuestros deseos. Los cambios constantes de nuestro estado de ánimo son resultado de la desmesura de nuestros deseos. El amor Sagrado sólo tiene un deseo: amar y servir a Dios; quien desea que nuestro espíritu este tranquilo, y que podamos experimentar en este mundo un leve anticipo de lo que será la dicha eterna.

El equilibrio mental, y de nuestro corazón es la virtud que más necesitamos para poder lograr la estabilidad de nuestro estado anímico, y que esto nos conduzca por la senda de la santidad. Una forma de lograr el equilibrio mental y de nuestro corazón en nuestras vidas, es crear una rutina de oración mental y otras actividades que contribuyan a mantener nuestro bienestar: comer, dormir y hacer ejercicio. Cumplan fielmente con los deseos y los mandatos de Dios, del mismo modo en que las abejas cumplen con su reina. De esta forma podrán cumplir firme e inquebrantablemente con la resolución de amar la voluntad de Dios como lo hiciera Jesús: constantemente, con coraje, con resistencia y con ardor.

(Adaptado de los escritos de San Francisco de Sales, especial Oeuvre: Entretiens).

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