DOMINGO VEINTIUNO EN TIEMPO ORDINARIO (agosto 25, 2024)
Enfasis Sugerido
"Ayúdanos en la búsqueda de los valores que nos traerán la dicha duradera en este mundo en constante cambio”.
Perspectiva Salesiana
Estas palabras tomadas del comienzo de la Oración de Apertura de la misa de hoy, contienen un mensaje muy significativo y profundo para todos nosotros. Nuestros mundos cambian, y en ciertos casos constantemente. A veces tendemos a interpretar el “mundo en cambio” como algo que no nos incumbe o que está más allá de nuestro entendimiento. Pero algunas veces el mundo que nos resulta más difícil de entender con todos sus cambios es el mundo interno, ese mundo que está lleno de confusión y vicisitudes que nadie más puede ver – excepto nosotros mismos.
Hoy hemos hablado de decisiones y elecciones. Todos deseamos ser libres. Ciertamente Dios desea que nosotros podamos gozar de esa libertad, dado que ese es el regalo más espectacular y significativo que él nos ha dado. En la primera lectura de hoy Josué habla directamente sobre esa libertad: “Decidan hoy mismo a quien van a servir”. Este mensaje es lo más contemporáneo y directo que podemos llegar a escuchar. “Qué es lo que desean? Decidan!”. La propuesta de Josué no da lugar a indecisiones. Tampoco queda ninguna duda de cuál es su postura: “En lo que se refiere a mi y a mi hogar, nosotros serviremos al Señor”.
Pablo afronta el mismo problema en su carta sobre la vida matrimonial: “Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo”. Esta afirmación inicial es crítica por que sin ella su consejo posterior de ser sumisos puede parecer degradante e incluso horroroso. La “sumisión” a la que el cristiano está llamado siempre se presenta dentro y a causa del amor – el amor de Cristo. Es por ello que servimos a los demás, y que nos ponemos en al menos un segundo plano, si no literalmente en el último. Cristo nos amo ante todo, y nos mostró el camino a la vida. Poner a los demás en primer lugar, especialmente en una relación – o en una familia-, es la única forma de tener vida y de compartir la vida al máximo.
Es también la única forma de hacer del amor algo que verdaderamente de vida.
Esta enseñanza de Dios puede ser “dura” y los primeros seguidores de Cristo así lo sintieron, pero al igual que Pedro en el Evangelio, cuando todo sea dicho y hecho, “A quién acudiremos?” Una y otra vez, las pérdidas y las pruebas de la vida nos afirman que solo El tiene “las palabras de la vida eterna”.
Francisco de Sales nos recuerda que la inestabilidad es inevitable en la vida, y que es nuestro fracaso a la hora de reconocer la verdad lo que nos hace inestables, y lo que hace que nuestro humor sea variable. El nos alienta a permanecer firmes e inquebrantables en nuestras resoluciones. El desafío al que se enfrenta nuestro mundo “interno” y en constante cambio, es el de la constancia. Y esa constancia solo se logra a través de la fidelidad con las decisiones que tomamos diariamente de amar y de servir al Señor, y a los demás – esa misma resolución con la que cerramos cada liturgia.